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Hace ya tiempo que no escribo sobre el itinerario. Por un lado, tengo pendiente escribir sobre un par de lecturas, y por otro, mi Sony E-Reader ha muerto, y no estoy seguro de por qué cacharro lo voy a sustituir.
Pero no estoy aquí escribiendo aquí por eso. Quería dar mi opinión sobre los sucesos del 15-M, las acampadas en diferentes ciudades de España y la algarabía alrededor de las recientes elecciones. He incluido esta entrada dentro de mi itinerario indiano, porque la reacción de David de Ugarte, Natalia, y otros, me ha ayudado a entender mejor cuál es la cultura indiana.
Mi opinión se puede resumir en una única frase: ¿Grafiti no es negocio? ¡Un carajo!
Si te estás preguntando si estoy medio loco, te cuento por qué esta
frase. Recientemente, en la Ciudad Universitaria se ha creado una
oficina de Medio Ambiente, que han decorado usando grafitis. El
artista que la ha pintado ha estado varios días bajo el sol hasta
terminarlo. Cada día que pasaba iba viendo que estaba más bonito, más
acabado, y me resultaba agradable tener esas paredes por donde paso
cada día. Un día después de haberlo terminado, algún animal ha
destrozado su obra, escribiendo en varios sitios la frase el
ladrido "Grafiti no es negocio".
¿Grafiti no es negocio? ¿Una persona no se puede ganar la vida con el resultado de su trabajo? Desconozco quién es el autor del rebuzno, pero al leerlo se me vinieron a la cabeza otras ideas que tuve al leer algunos de los carteles con los que están ensuciando la Puerta del Sol. Voy a comentar tres de esas ideas.
La primera es que hay que eliminar la influencia de los mercados en la vida de las personas. No digo que no sea una idea loable. A mí me encantaría por ejemplo no mojarme cuando llueva, o no tener que poner aire acondicionado mientras trabajo para no acabar sudando como un pollo. Ojo, no lo digo porque considere que la influencia del mercado en la vida sea una fatalidad inevitable, mas al contrario; es inevitable, pero no es una fatalidad, sino que convenientemente desarrollada es precisamente lo que nos va salvar. ¿Por qué no vamos a dejar que el mercado influya en nuestra vida? ¿Por qué no nos vamos a ganar la vida con el producto de nuestro trabajo, mercadeando en igualdad de condiciones con el resto del mundo? No necesitamos menos mercado, necesitamos más mercado, con igualdad de oportunidades para acceder a él, donde cualquiera con el mérito y la habilidad suficiente se pueda ganar la vida, de manera justa. En la actualidad, creo que vamos en esa dirección, pero todavía existen trabas para que la gente se pueda ganar la vida libremente, y aparecen amenazas puntuales. Un ejemplo de estas amenazas es la neutralidad de la red, que de convertirse en algo general eliminaría la igualdad de oportunidades en el acceso al mercado. Supongo que estas amenazas son reacciones de las grandes organizaciones de la era industrial, que intentan mantenerse en una era post-industrial usando unas reglas del juego obsoletas. En la acampada e hubiera gustado ver en cambio una pancarta que dijera "Libertad de movimientos para personas, capitales, mercancías", gente quejándose por las trabas que tienen que soportar muchos países para poder comerciar en Europa por ejemplo.
Otra idea que se me venía a la cabeza es la de la prohibición. ¿Cómo se atreve una persona a decirle a otra que el "grafiti no es negocio"? ¿En qué cabeza ha entrado el pensamiento de que podemos decirle a otro que no puede comerciar con el fruto de su trabajo? Esta idea de prohibir está también presente en las reivindicaciones de los acampados. ¡Prohibamos los despidos! ¡Los EREs! ¡Los bancos! Detrás de este afán de prohibición está la concepción de lo prohibido como malo. Un despido, por ejemplo, es claramente malo según este criterio. Está claro. Echar a alguien a la calle es malo. Mejor evitar que se pueda despedir. Es curioso, estoy seguro de que muchos de los acampados son profundamente anticlericales, pero en este caso están recuperando una vieja idea de la Iglesia católica: una vez que entablas una relación con alguien, es para toda la vida, por mísera que sea la relación. La Iglesia (y el Estado) prohibió durante muchos años el divorcio en España. Así, mujeres que vivían una verdadera miseria tenían que tragar, y seguir en la penuria del maltrato, porque no se podían divorciar. Lo mismo quieren los acampados para las relaciones laborales, por míseras que éstas pudieran ser para ambas partes. Genial. El Papa estaría orgulloso. Mi contribución para los acampados es que también prohíban los cuchillos (se usan para matar), las piedras (abren cabezas) y los peos (huelen mal).
La última idea que quiero comentar es la del "café para todos". ¿Dónde están nuestros derechos? gritan en la acampada. ¡Trabajo para todos! ¡Claro que sí! Estas reivindicaciones me recuerdan al anhelo de mis compañeros de escuela en la EGB del "aprobado para todos". Sí señor, lo mismo para todos, que no haya diferencias. ¡Todos un (mediocre) cinco! ¡Que no suspenda nadie aunque no sepa ni escribir! Y como alguien se levante y proteste para demandar lo que se merece porque su trabajo ha invertido en ello, a ese se le pega al salir de clase, que es peligroso; como instaure el mérito y el trabajo como medio para la recompensa nos va a joder al resto, que estamos muy a gusto rascándonos las bolas con nuestro cinco.
Si alguien ha llegado hasta aquí y se está revolviendo en su silla, quizás esté demandando ¿y tú qué propones?
Mi proposición se puede resumir en una única palabra: libertad. Contra la falta de libertad es contra lo que tenemos que protestar.
Que puede sonar muy bonito, pero es mucho más jodido de lo que parece. Libertad significa autonomía, independencia, buscarte la vida tu mismo, no interferir en la vida de otros con prohibiciones, respetando que puedan hacer mas cosas o mejores cosas que tú. La libertad implica meritocracia y la meritocracia implica que si no lo haces bien, lo tienes complicado. Implica que si quieres salir del hoyo, tienes que trabajar mucho y muy duro en vez de gritar para que venga una mano salvadora a sacarte.
Libertad significa no demandar más derechos o más trabajo por parte del patrón. Significa crear tú ese trabajo. Libertad significa no prohibir la actividad de los demás, significa aplaudirla, fomentarla, esforzarse por alcanzar a los que son mejores que nosotros ganándose la vida.
Libertad no es acabar con el patrón cortándole la cabeza por la fuerza. Es acabar con el patrón sacándole del mercado porque se ha vuelto irrelevante.
¿Somos la generación mejor preparada de la historia de España? ¡Pues menos gritar y más trabajar! Hay que demostrarlo con hechos, no con palabras ni lamentos.
Me temo que la verdadera revolución no está ocurriendo en las plazas, sino en otros sitios.